Autor: Manuel Bartual
Páginas: 256
Editorial: Planeta
ISBN: 978-8408182696
PVP: 16,90€ (tapa dura) // 9,99€
ebook
Puntuación personal: 4/5
Una noche cualquiera, rodeado por las cajas de su
reciente mudanza, Manuel hace un pedido de comida a domicilio, pero no recibe
lo que ha solicitado. En su lugar le entregan la cena de Alicia, una vecina del
barrio que a su vez ha recibido la cena de Manuel y a la que conocerá gracias a
esta confusión. Lo que parece un hecho sin demasiada importancia será el
detonante de los días más extraños en la vida de ambos, hasta el punto de
convertirse en los protagonistas de un misterio en el que descubrir la
identidad de quien está detrás de todo lo que les está pasando será la menor de
sus preocupaciones.
El otro Manuel es una original novela repleta de
sorpresas en la que Manuel Bartual narra cómo puede cambiar la vida de un
hombre corriente después de un éxito inesperado. Un relato que arranca seis
meses después de que escribiera el punto final de su misterioso relato
veraniego, pero con una gran diferencia con aquel: en esta ocasión no es la
ficción la que marca el tempo de la narración, sino la realidad, que, como
veremos, supera en ocasiones a la más alucinada y surrealista de las ficciones.
Porque esta vez sí. Esta vez, a Manuel le están pasando cosas raras de verdad.
Tras su éxito el verano pasado con el hilo sobre
sus vacaciones (al que estuve enganchada completamente y disfruté como nunca
pensé que podría con unos tweets) y otros posteriores (con los que obviamente
me ha pasado lo mismo) Manuel nos deleitó el pasado marzo con su novela, El
otro Manuel. Y tras haber disfrutado tanto con sus hilos ésta era una lectura
necesaria.
Al principio, únicamente
leyendo la sinopsis, me esperaba una especie de continuación al hilo del verano
en novela. Gran error. Una de las cosas que se pueden destacar de Manuel
Bartual es su capacidad para crear historias totalmente distintas sin perder
esa fluidez y comodidad que te hace pensar que estás oyendo a un amigo contarte
las historias tomando algo en un bar. Y con este libro lo ha demostrado
nuevamente. El otro Manuel, a pesar de contar con alguna que otra similitud con
el hilo del verano, es una historia totalmente distinta pero con ese “toque a
la Bartual”.
Esta historia que empieza con algo tan habitual
(quién no ha pedido comida a domicilio en alguna ocasión), acaba siendo un
viaje junto a Manuel muy interesante y lleno de cosas raras. Esta cercanía la
consigue gracias a la forma en la que narra la historia, totalmente distinta a
lo que suelo leer. Al principio me resultaba muy chocante y me chirriaba un
poco, ya que me pegaba muchísimo más con el
estilo de sus hilos, pero según avanzaba me iba acostumbrando y lo he
disfrutado. Es una forma de escribir que te hace sentir mucho más cercano al autor.
Aparte de esto, la trama en sí puede no parecer
muy profunda, pero es una historia llena de sorpresas, ironía y misterio que
hace a El otro Manuel un libro con el que disfrutar y reír. Te entretiene hasta
el final, te hace recordar momentos divertidos si has leído los hilos y es muy
fácil de leer.
Y por si fuera poco, está la parte que más me
gusto del libro, el final. Hablando con más gente que ha leído el libro no lo
encontraban tan bueno, pero es que a mí me ha parecido una maravilla. Es algo
totalmente imprevisible y da un giro tan enorme, que mientras estaba leyendo y
dándome cuenta de lo que pasaba no podía dejar de reírme, maravillada. Me
parece un final muy bonito y perfecto para el libro. Manuel, tus finales
siempre me han parecido buenos y con este lo confirmo.
Esta vez no toca hablar de los personajes, no es
un libro que dé para ello y, además, podría acabar en spoiler y eso no me
gustaría así que esa parte os la dejo que la descubráis vosotros.
Y bueno, con esto acaba la reseña. Como siempre,
os animo a que os lo leáis para poder comentar vuestras opiniones ya que me
parece un libro diferente pero entretenido y con una historia que hace pasar un
muy buen rato. También os animo a que sigáis a
Manuel en Twitter, que de vez en cuando sube hilos maravillosos, eso sí, no
siempre con bollos.
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